La escala humana, vanguardia de la trama

Juan Martins

foto-suardi.jpgLa escala humana escrita por tres autores argentinos Javier Daulte, Rafael Spregelburd y Alejandro Tantanian es una pieza que se nos presenta en el lugar de lo fantástico, en tanto que se coloca la tensión y el drama de un asesinato en el orden del terror. Lo terrorífico subvierte una realidad sobre la otra. El crimen trasgrede para instalar la muerte como norma, el terror como visión de aquella otra realidad, sustituyéndose las reglas de convivencia. Las cosas adquieren otra dimensión sobre ese acontecimiento y al final se desarrolla la trama del crimen como reducción del género al que se somete el texto. Por una parte, el relato policial, por la otra, una comedia melodramática con elementos musicales para desarrollar síntesis teatral y poder darle cabida a un género que no es usual en el teatro: lo policial, la «novela negra», pero que adquieren estructura y formalidad de lo fantástico en su representación. Es decir, los parlamentos funcionan con el ritmo de lo teatral (muchas de las veces con parlamentos cortos y acelerados) el cual se incorpora en la sintaxis del relato. Lo que a su vez lo hace funcional para el público, dada a la relación que se establece con la estructura teatral: ese ritmo, la comicidad y la tensión dramática en un mismo lugar del texto. Además tal ritmo de la pieza está acompañado por el elemento musical, otorgándole a la misma las condiciones que lo hacen ser un texto singular y que le permite registrar diferentes niveles del espectáculo. Para lograrlo, estos autores (no hay que olvidar que está escrito a seis manos) han dispuesto, con sobrado riesgo, esas posibilidades del lenguaje, estructurando lo ficcional que pertenece, en el rigor literario, más bien a lo narrativo. Y por ello sabemos que lo fantástico, el terror y finalmente lo policial pertenecen a la narrativa como género literario. Esta vez lo tenemos en la forma de texto dramático. Y no con poco éxito, por el contrario, la pieza está estructurada en la disciplina dramática, en su relación texto-drama-teatralidad.En ese caso el crimen se instala como una nueva realidad, se tergiversa, como decía, una realidad por la otra, aceptando, en la realidad del texto, que la muerte sea un hecho condicional cuando el lector-espectador legitime, en su lectura, el homicidio como un evento convencional y normal «dentro de la vida de los personajes»:

Mini.—Lo que más me llama la atención es que yo haya ido hasta el mercado con el cuchillo (…) La cosa es que no me explico cómo, de pronto yo le estaba serruchando a Rebeca esta zona de acá. (Se señala un costado de la base del cuello)

 

De modo contundente se da inicio con este parlamento como para que no nos quede la menor duda de que el crimen sostiene la tensión del drama, el cual se va desarrollando sobre aquel ritmo, mediante lo lúdico, lo inverosímil, incluso, sobre toda esa teatralidad como una postura de denuncia. Porque es una metáfora de una realidad que se les avecina, se les identifica como país: la dictadura argentina. El estado como ente del crimen. Por ejemplo, el personaje «Noberto Suardi» es un policía que está personificando, como signo no/verbal (una vez representado en la obra), al estado y su nivel de responsabilidad con la violencia, con la muerte. Pero todo se da por vía de lo ficcional cuando un personaje como éste lo encontramos amando, viviendo cotidianamente y desarrollándose como cualquier otro ciudadano y en ese momento se instala otra realidad distinta que es, en esas condiciones, el sustrato de la trama y de la vida del resto de los personajes que lo acompañan, siendo aún éstos víctimas porque «Noberto Suardi» representa al estado y cómo éste ejerce el poder sobre sus vidas que se impone en toda la relación del drama que ahora se presenta como auténtico e irrumpe como género dentro de la dramaturgia latinoamericana. Lo hace porque, el crimen y el terror no son comunes en teatro, en tanto que es ficcional y se introduce en lo fantástico como categoría. … (más)

 

Maracay 1 de mayo

1era foto, Rafael Spregelburd, representando a «Noberto Suardi», por Carlos Flynn. 2da y 3era foto dos de sus otros autores Javier Daulte y Alejandro Tantanian por Carlos Furman. (Véase el artículo completo en teatroemiami)

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