Cada creador verdadero es un testigo diferente. Digo esto a propósito de Siempre nada de Orlando Leo y dirigida genialmente por Juvel Vielma, bajo la producción de Argo Teatro. El director maneja un material aparentemente simple, pero lleno de complejidades que enriquecen la obra en la misma medida en que se van descubriendo. Ante todo, se trata de cuatro amigos aislados en el contexto histórico de un pueblo remoto, aunque no tanto que no lleguen hasta ellos las consecuencias del absorbente desenlace de Flaco; interpretado espléndidamente por el propio Vielma.
Aquí los personajes no tienen nada de gloriosos, ni de rústicos, ni de risueños, ni de heroicos. Aquí, son sencillamente, cuatro pobres tipos a los que un pueblo ha olvidado y para ellos se ha perdido tristemente la lucha de los siglos por la conquista del progreso. Flaco, Rolo, Cacho y Ricardo son apenas criaturas perdidas en la soledad de sí mismos que se dedican a entenderse, a escapar de la realidad, a suscitar sueños imposibles, que los llevaran a su redención final. Las cosas cambiarán, pero no del todo, cuando llega Rolo y propone un juego: el primero que vea el último número de la placa del auto, ganará el dinero apostado.
Y con ese final cargado de melancolía, es donde reside la carga más dramática del montaje: el encuentro con lo inevitable, con toda la falta de toda libertad, con la imposiblildad de cualquier sueño. Rolo, Cacho y Ricardo seguirán siendo soñadores y sin alma. Ellos y su pueblo constituirán la realidad donde nada sucede, sino la realidad de cada día. Cuando la pieza termina con ese grito solitario de Flaco y con la fuga de sus aparentes camaradas; todos habrán aceptado su destino. Este será un destino sufrido más que aceptado, sin salida gloriosa, y sin ninguna esperanza. En este sentido, la estética de la puesta cumple el trabajo de recordadnos: una antigua foto perdida en el tiempo, que ironiza a veces acerca de la penosa distancia que hay entre la vida y la verdadera condición de los hombres del pueblo.
Realismo mágico existencial, naufragio del presente en que cada uno procura aferrarse a algo, aun con el convencimiento de que será inútil, vuelta atrás que es una mirada adelante. Siempre nada es una búsqueda elevada, íntima, que se resiste a cualquier etiquetamiento obligado, aunque esté llena de convencionalismos. Espero que se vea con claridad que la propuesta de Vielma, es una obra poética de alta calidad teatral.
Carlos Rojas
criticarojas@gmail.com
Especial para el Diario Vea/Un punto de vista